El valor de Educar
de Fernando Savater
Editorial Ariel, 1997.
Un primer punto de lo planteado por el autor que queremos resaltar aquí, es la falsa contraposición entre educar e instruir. Para lograr eficientemente una buena educación es necesario instruir y no se puede hacer esto último sin hacer lo primero. Plantea Savater:
"¿Cómo van a transmitirse valores morales o ciudadanos sin recurrir a informaciones históricas, sin dar cuenta de las leyes vigentes, del sistema de gobierno establecido, etc.?
¿Cómo puede instruirse a alguien en conocimientos científicos sin inculcarle respeto por valores tan humanos como la verdad, la exactitud o la curiosidad?"
Una buena ducación supone la enseñanza integral de aspectos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Hacer esto es de mucho más valor que solo focalizar en lo conceptual. El valor no es solo pensando en la preparación laboral-profesional, sino en el desempeño ciudadano.
“Una persona capaz de pensar, de tomar decisiones, de buscar información relevante que necesita, de relacionarse positivamente con los demás y cooperar con ellos, es mucho más polivalente y tiene más posibilidades de adaptación que el que solo pose una formación específica” (Juan Delval)
En la misma línea se expresa Juan Carlo Tedesco cuando afirma:
“El desempeño productivo y el desempeño ciudadano requieren el desarrollo de una serie de capacidades … que no se forman ni espontáneamente, ni a través de la mera adquisición de informaciones o conocimientos. La escuela… debe, en síntesis, formar no sólo el núcleo básico del desarrollo cognitivo, sino también el núcleo básico de la personalidad”
Un segundo punto que tomamos del texto tiene que ver con uno de los grandes objetivos o metas de la Educación: la libertad. Existe acá una paradoja ya que siendo el objetivo explícito de la enseñanza conseguir individuos auténticamente libres, el camino para lograrlo implica pasar por coacciones instructivas; por diversas maneras de obediencia y de disciplinamiento.
Savater define:
“Ser libre es liberarse: de la ignorancia prístina, del exclusivo determinismo genético moldeado según nuestro entorno natural y/o social, de apetitos e impulsos instintivos que la convivencia enseña a controlar”
Para esto lo Educación juega un papel preponderante:
“El objetivo de la enseñanza es desbrozar por imposición la libertad latente del neófito para que floresca plenamente”
Así que, por un lado la educación es fundamental para "liberar" a la persona y, al mismo tiempo esto implica un necesario disciplinamiento y una cierta coacción sobre ella. Dirá Savater que en cierta medida para educar a un joven (niño o adolescente), es necesario contrariarlo. La inmadurez del alumno en esta etapa le impide ver, a mediano y largo plazo, el valor de la educación.
Dirá Savater:
“No es que los pequeños no deseen saber, pero su curiosidad es mucho más inmediata y menos metódica que lo exigido para aprender”
“La completa ignorancia no suele ser ni siquiera inquisitiva, mientras que saber un poco abre el apetito de sabr más. El niño no sabe que ignora, es decir, no echa en falta los conocimientos que no tiene”
Preguntas de reflexión de la práctica docente a partir de los conceptos del autor
1. Plantee un ejemplo concreto de su trabajo profesional en este año donde se vea la imposibilidad real de instruir sin educar o de educar sin instruir.
2. Ejemplifique una situación vivida por usted (como alumno o como profesor), donde se pueda ver la paradoja: la libertad como gran objetivo de la educación y la coacción y/o disciplinamiento que ella implica.